Se podría pensar que tengo un desorden de personalidad y por eso tengo la necesidad de inventarme gente con su propios dilemas, estresarme por sus dilemas, gastar tiempo y energía en sus problemas como si los míos -que para colmo son reales- no fueran suficientes como para mantenerme al borde de una gastritis crónica -no porque sean graves, sí porque soy la fatalista número uno-. Entonces cuando ya había llegado a la conclusión de que sufrir por problemas imaginarios de gente imaginaria me inscribe como candidata perfecta para el manicomio mas cercano, me di cuenta que no. Lo que sucede es que tengo unas ganas locas, realmente locas, de escribir.
El problema hasta ahora es que no encuentro tiempo, y mas que tiempo no me decido a hacerlo. Empezar a escribir es meterme en una burbuja y no se si ahora sea el momento mas adecuado para gastar tiempo y energía en algo que no sea la universidad.
No se si esperar a que mis ganas de escribir revienten y termine un día, totalmente fuera de mi, vomitando toda la historia frente a la computadora en una dramática escena de creatividad artística o ir delineando el argumento con cariño y poco a poco.
Eso sería un buen tema para cualquier experto en procesos creativos.
De momento señores, en honor de los cuatro o cinco visitantes que según las estadísticas tengo a diario, me despido.
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