viernes, 12 de agosto de 2011

¡Tengo veinte años, quiero vivir!

En un momento en que realmente lo necesitaba, tan pertinaz como siempre, mi amiga María José se dio cuenta que necesitaba dejar de sentirme tan extraña y me pasó la siguiente frase que ella había encontrado. Me lo dijo por teléfono pero me llegó a alguna parte muy honda de la retina del subconsciente porque era ideal, era precisa, perfecta, genial, exacta para como me he venido sintiendo. Esta frase llegó a mi vida, en el momento puntual en que debía llegar. Y no exagero, creo que va a cambiar mi vida. Obviamente la frase tenía que venir de un genio como Simón de Beauvoir, para quien, a la Majo y yo, solo nos falta fundar una religión. Y cualquier otra cosa que pueda decir queda corta ante la fuerza y la potencia de esta frase. A veces me pregunto qué haría sin la Majo que siempre llega con lo que necesito. 

Oh triste despertar, vida sin deseo y sin amor. Todo agotado ya  y tan pronto, el atros aburrimiento. ¡Esto no puede durar! ¿Qué es lo que quiero? Nada. ¿Que es lo que puedo? Nada. ¿Mi libro? Vanidad. ¿La filosofía? Estoy saturada. ¿El amor? Demasiado cansada. Sin embargo, ¡Tengo veinte años, quiero vivir!

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