viernes, 12 de agosto de 2011

No más Mozarts asesinados en la infancia


La vocación puede ser definida como esa inclinación, ese sentimiento de pertenencia y amor que profesamos cada uno hacia determinada actividad. Dependiendo de las opiniones, hay quienes creen que se nace con una vocación y otros quienes creen que la vocación puede ser construida durante la educación. Las dos opciones pueden ser correctas, en todo caso podemos decir que la vocación es algo que se cultiva, los dones necesitan ser desarrollados.   
Dentro de nuestra felicidad y como parte de nuestra realización personal está la opción de poder dedicarnos a nuestra vocación, cualquiera que esta sea. No obstante por las estructuras sociales que determinan nuestra vida, por complejos y prejuicios muchas veces terminamos muy lejos de nuestra vocación. Una persona que no ama lo que hace difícilmente puede hacerlo bien, quizá por eso exista tanto mediocre; esto no se debe a que alguien sea vago o falto de inteligencia, se debe a que no ha desarrollado su vocación.
De allí el trabajo fundamental de padres y educadores de apoyar e impulsar la vocación de sus hijos y alumnos. Hay que olvidar completamente esas creencias retrogradas de que ciertas cosas son para vagos y otras para inteligentes. En nuestro alrededor es muy común oír ese tipo de comentarios que desaprueban a quienes tienen vocación en las humanidades, ciencias sociales o arte. No podemos acomplejar a los niños y jóvenes con esta clase de comentarios obligándolos a ser y hacer lo que no les gusta. Recuerdo una frase de uno de los libros del historiador Carlos Freile: “Vemos por la calle cuantos Mozarts asesinados en la infancia porque se les obligó a estudiar lo que no quieren”.     
No tengamos miedo a fracasar si decidimos hacer lo que nos gusta y por favor no nos metan miedos ni complejos sobre si somos más o menos inteligentes por estudiar una u otra cosa. Pensemos en la cantidad de pintores, científicos, músicos, escritores que hemos perdido por obligarles a estudiar lo que no quieren. Y después de todo como lo dijo Facundo Cabral: “El que hace lo que ama esta benditamente condenado al éxito que llegara cuando deba llegar porque lo que debe ser, será”.

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