domingo, 22 de mayo de 2011

Puedo escribir los versos mas tristes esta noche aqui en el Chimborazo


Inesperadamente y sin previo aviso, ayer fui al Chimborazo. Para los que no conozcan el Chimborazo es el nevado mas alto del mundo desde el nivel del mar, les dejo aquí información para que lo lean. Como buena riobambeña, no podía faltar el paseíto al Chimborazo y dije bueeeeno, total algo habrá que contar de las vacaciones. Y fui. 
Subimos en carro hasta el primer refugio que queda como a unos cuatromil metros. Y de allí cada quien se armó de su mochila, su sleeping y demás tereques para continuar la subida a pie hasta el segundo refugio. Yo fui con toda mi parada de pasamontaña, zapatos forrados, doble pantalon, camiseta térmica, buso, chompa y chompa gruesa. Para rematarlo, guantes, gorro y bufanda. ¡Ja! El frío no iba a poder contra mí. 
No me voy a quejar, el frío no pudo contra mi. Lo que sí pudo contra mi fue el cansancio de la mano con la falta de oxigeno. Antes de emprender la subida a pie, nos repartimos caramelos, porque esa es la forma de combatir la falta de oxigeno que tiene el cuerpo a la manera criolla. Por lo tanto pasé todo el recorrido con caramelos en la boca, chupé tantos caramelos que por algún tiempo quedaré empalagada sin remedio. El punto es que mientras íbamos subiendo yo recordé que hace no mucho tiempo -será cosa de un año- me diagnosticaron hipoglucemia. Entonces me preguntaba, si una persona con niveles normales de azúcar debe consumir tanto dulce al subir, cuántos dulces deberé consumir yo. Mal momento para acordarme que sufrí de hipoglucemia. En todo caso, no había vuelta atrás. 
No obstante, la subida fue muy dura. Nos demoramos mas o menos una hora en subir hasta el segundo refugio. Cada vez que íbamos subiendo y subiendo más, nos íbamos quedando sin oxigeno, tuvimos que parar varias veces para descansar porque además andábamos con un estado físico por demás oxidado. En todo caso, descansando cada dos pasos, morados, mareados y sin aire, llegamos al segundo refugio. ¡Yeii!
El segundo refugio es una casita de madera, con el baño afuera -y que por cierto no sirve- con una cocina abajo y unas camas generales en el segundo piso. Resumiré mi noche diciendo que no pude dormir en absoluto. Me faltaba el aire, me dolía el pecho, la cabeza y no hallaba posición cómoda. Si me ponía de lado no me daba frío pero me dolía el pecho, si me ponía boca arriba me daba frío pero no me dolía el pecho. Y así pasó lentísima la noche. Esta noche entra al top 10 de las peores noches de mi vida. Toda la noche pasé controlando las ganas de vomitar que tenía, realizando en mi cabeza un proyecto sobre cómo mejorar el sitio -hasta pensé en el financiamiento- y concentrándome en cosas aburridas para ver si me venía el sueño. Pero no, dormir a esa altura es imposible. 
Sin embargo, no todo fue penurias. De hecho, el viaje en general estuvo excelente. Un paisaje espectacular. Y no lo digo porque soy riobambeña, en serio, desde allá arriba hay un paisaje para no cansarse de contemplarlo. El Chimborazo en toda, toda, toda su inmensidad, da vértigo mirar hacia la cumbre y vértigo mirar hacia abajo, simplemente impresionante. Y otra cosa que me dejó sin aliento: las estrellas. Nadie ha visto las estrellas hasta que las haya visto desde un nevado muy alto. Casi se siente que se  puede tocarlas y hay tantas que es como estar viendo una tela llena de lentejuealas, es increíble. Magnifico. En la noche el cielo estuvo despejado y se podía ver tal cantidad de estrellas....creo que nunca había visto tantas estrellas y tan lindas. 
Y así como estaba embobada viendo el cielo, me acordé.....me acordé del poema perfecto. 
"Puedo escribir los versos mas tristes esta noche
Escribir por ejemplo, la noche esta estrellada y tiritan azules los astros a lo lejos
El viento de la noche gira en el cielo y canta"
Lo de las estrellas, no podía ser mas cierto. Neruda debió haber subido al Chimborazo para escribir ese verso, y lo del viento de la noche pues igual, porque como estábamos en medio de la montaña hacía un viento de padre y muy señor nuestro, un viento helado que giraba en el cielo y silbaba muy fuerte, es decir, cantaba. Anillo al dedo, este versito de Neruda. Además, por si la belleza de las estrellas no bastara, el susodicho estaba -esta, no se- enojado, por lo tanto nada mas romántico y realista que gritarle desde la montaña
"Mi voz lo busca, mi mirada lo busca, y él no está conmigo" 
Por lo tanto puedo decir, que el viaje estuvo estupendo. Lo volvería a repetir -pero con menos carga-. Totalmente recomendable si alguien quiere -aunque no esperen dormir- pasar un rato de aventura. Para contárselo a los nietos, viene muy bien. Y si van lleven el poema 20 de Neruda. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario